Día "D"

Estaba oscura toda la calle. Sólo habían postes a un lado de la pista, ¿qué hago? Tengo que llegar a su casa y todavía estoy lejos. Tres hombres jóvenes pasaron con las manos en los bolsillos y caminando igualito. Renato iba dando pasos más largos, movía las manos con más fuerza y miraba la hora, ¿me estará esperando lista, me dijo que no había nadie, y si abre la puerta y está desnuda? Hacía frío, cruzó los brazos pero ya no caminaba tan rápido. Ocho y 55, el reloj jodía, es mejor no mirarlo. Tropezó con un buzón medio abierto, putamadre. Un terreno baldío lleno de basura, un montón de piedras y una pared escarchada, sólo faltan tres minutos, voy a orinar al toque. Sacó el sexo por la bragueta del pantalón negro un poco apretado, el viento helado llevaba el líquido amarillento hacia un lado y casi le salpica un pie. Se formó un río sinuoso que llegó hasta la vereda, qué rico, hoy tiene que ser el día. Ya esperé demasiado.
Faltaban dos cuadras, veía su casa blanca que tenía una gran ventana, estaba la luz prendida, quizás está ahí alistándose, un minuto y dos señoras mayores conversaban en una puerta, ojala no me reconozcan. Viejas de mierda, 45, 46,47, 48, aceleró el paso. Ya casi corría.
Enfundó en el bolsillo una caja pequeña, quería asegurarse de que estén ahí, y si no estaban igual ya no había tiempo ni nada qué hacer, hubiera sido al pelo. Mejor aún. Sonó el celular: mi vieja, mejor no le contesto, le dije que llegaría tarde y 57, 58, cinco pasos, el poste grabado con nuestras iniciales. Te quiero tanto, mi chiquita y desde hoy todo será mejor, el timbre, no, ahí estaba ella esperando en la puerta, ¿por qué serás tan puntual? Hola, cómo estás.
– ¿Por qué estás tan tenso, mírate estás sudando?
­­­– No te preocupes, es que quería llegar a tiempo.
– Bueno y lo hiciste, me encanta que seas tan puntual, le dio un beso largo, metió sus manos pequeñas por debajo de su polera, sintió sus uñas largas que le arañaban la piel y jugaban con sus pelos crispados.
–Entraron a la casa, el corazón a mil por hora, sí, no hay nadie. Podemos ver una película. Un cerro de películas, escojamos una y cómo le digo que no quiero películas ni cojudeces.
– Sería bueno que escojas una para niños, me han dejado cuidando a mis hermanitos, agárrame a Luchito un rato, ellos se duermen a eso de las diez, no antes.
– ¿A las diez? Se quitó la polera y así pudo mirar mejor el reloj, apagaron las luces para ver mejor Pocahontas, chibolos de mierda, faltan 53 minutos y unos cuantos segundos.

Giovanni B.

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